Botas, clientas y vendedores.

Siguiendo con otras anécdotas del día de la fecha, en la zapatería a la cuál fui, las clientas (no vendedores/as) eran muy copadas. En cambio el vendedor era un idiota. Tenía un montón de botas, y si es por mi me las llevaba todas, pero siempre que le pedía en algún color de mi talle, nunca tenía. O sea, tenía de todo, nada. Claro, la nena tiene pie pequeño. Calza 37. Para colmo habían botas que tenías que pedir un número más porque no te entraban. Y nos pusimos a comentar con varias chicas (bah, eran 3) y decían que le ponían cualquier número a los calzados, y lo más copado era que ellas mismas me aconsejaban más que llevar, en vez de los estúpidos de los vendedores.
Siempre que voy a comprar ropa o lo que sea, las clientas son re cualquiera. Algunas son histéricas, otras malhumoradas, otras te miran mal sin razón, otras te miran sobrándote como diciendo: "Ay qué mal le queda eso a la pibita esa". Y como que no me tendría que importar, pero la gente así me saca.
Demasiado.